21/5/08

SEAMOS SINCEROS...

Seamos sinceros...


Sinceramente, de las mujeres todos hablamos mal. En franca y cordial compañía de amigos lo normal es juzgar y sentenciar en cuestión de minutos a cualquiera que se nos cruce del sexo complementario (no entiendo esa expresión de "sexo opuesto"). Si su ropa es escasa es una libertina provocadora, si viste normal, es una “mojigata” sosa, si tiene amigos y habla con ellos es una facilona, si tiene novio y además nos gusta es cuando nos despachamos a gusto ya que la frustación del "objeto" deseado y no alcanzado y la presión arterial en la entrepierna, parece ser que nos crea un bloqueo a nivel del hipotálamo que nos hace descargar toda nuestra furia emocional sobre ella.

Se ha creado un gran conflicto entre la llamada liberación de la mujer, y nuestra capacidad de adaptación a este cambio.

Así nos encontramos con que por un lado alimentamos y propiciamos ciertas actitudes y valores de la mujer alavando a las más sexys y provocativas y encumbrando
sus encantos físicos como absolutos y únicos en la mayoría de los casos, es decir, aumentamos y aceleramos el cambio que está sufriendo la mujer por que somos la demanda viva y activa de todo eso, que por otro lado criticamos y vulgarizamos incluso con crueldad.

En un sistema que sigue patrones y directrices neoliberales y capitalistas el "yo" se ha convertido en un producto más a la venta y claro, donde hay algo que vender, existe la ley de la oferta y la demanda, es el pez que se muerde la cola, a más demanda más oferta, y cuanto más difícil sea conseguir el producto más valor añadido obtendrá en el mercado. Sucede como cuando deseamos un coche, o un teléfono de última generación, si no lo conseguimos sobrevendrá la consiguiente frustración, que en el mejor de los casos se disipará cuando busquemos otro objeto de deseo, solo que en este caso estaremos implicando algo más que dinero, estaremos desvirtuando lo que nos distingue del animal que actua por instinto, los sentimientos y la capacidad de relacionarse con cordialidad y naturalidad con las personas del sexo complementario. Algo que si somos sincero con nosotros mismos, sabemos que es indispensable para vivir y evolucionar como seres humanos.

Mientras sigamos alimentando con nuestra demanda esta situación y la mujer siga haciéndonos el juego consciente o inconscientemente sintiéndose a gusto como oferta de mercado, los “locales de alterne” seguirán llenándose cada sábado de hombres casados incapaces de comunicarse con su mujer, las drogas seguirán siendo la medicina maldita para miles de jóvenes que no pueden consumir la droga natural y sana del sexo como forma de comunicación y afecto, y la distancia entre hombres y mujeres seguirá creciendo y creciendo hasta hacer un desierto, un desierto de miles de personas que se reúnen cada sábado en unos pocos metros cuadrados pero que seguro sienten el sudor frío de la soledad interna como nunca.
Según mi punto de vista, la violencia de género no es sino la última consecuencia llevada a su extremo más dramático, de un profundo problema de incomunicación y por lo tanto de frustración.


José Luis Villalonga.

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