16/5/08

MAS PLASTICO

Artículo muy interesante extraido de la revista VISUAL de diseño gráfico:



Dicen que en España (pero supongo que será en todas partes), si dan mierda gratis, la gete hace cola. Ahora, la mierda es de mentira, plastificada y envasada al vacío. Y no es gratis. Encima, si nos han dado gato por liebre, no hay a quien reclamar porque el responsable se ha desintegrado por el ciberespacio en forma de ceros y unos, pero con mis ceros y mis unos, digo yo. No hay un cuello que agarrar si la ocasión lo merece. Aunque lo cierto es que reclamamos si el producto comprado no es de mentira. Queremos nuestra mierda y la queremos de mentira. En más, queremos que nos digan que es de verdad pero que sea de mentira. Lo de que el mundo está del revés va a ser literal. Vivimos invertidos con toda naturalidad, nos sentimos más cómodos en el placebo de la adulteración y la falsedad, y supongo que debe ser porque la verdad duele más. Si el anunciante empieza diciendo la verdad, o sea, que la mierda que vende es de mentira, pues qué anunciante más poco anunciante. Y aquí, desde luego, lo que no queremos es gente sincera.
Internet nos permite viajar por Australia, ver a los Rollings Stones, follar con Pamela Anderson, presentar un trabajo a los clientes sin tener que verles la cara y mandar, a media mañana, un poco de cariño a la novia (después de haber follado con Pamela Anderson, probablemete). Y muchas cosas más. Pero aquí nadie se ha movido de la silla. Conectados a la gran mentira a través de nuestro cordón umbilical con aspecto de ratón. El sistema nos necesita desconectados en el mundo real pero "ultra-conectados" en el mundo-show que ofrece la gran mentira. Unidos en la pantalla pero separados en la calle. Por eso quitan las fuentes de las plazas. Por lo mismo que hacen bancos uni-personas que dan la espalda a otro banco-unipersona. Y por lo mismo que asfaltan todas las plazas de tierra que quedan en Madrid. Para que las plazas sean sólo lugares de paso y la gente no se reúna. Para que no se hable, para que no nos comuniquemos. Una lámina de hormigón nos hará sentir más civilizados, que el barro mancha mucho. Eso si, en todo plan urbanístico que se precie no puede faltar el lado romántico ecologista, no vayan a decir. Y entonces hacen zonas peatonales para disfrute del alegre ciudadano que por fin consiguió aparcar el coche. Pero siempre es donde hay negocios. No quieren que yo pasee, quieren que yo compre. Es lo que tiene el mundo de la mentira, que está basado en mentir, como es lógico.
De modoque la era de las comunicaciones está basada en que no nos comuniquemos, y en caso de hacerlo, que mintamos, y si es vía módem, mejor. La misma estructura tecnológica que nos mantiene unidos, en realidad, nos aleja. Lo que incrementa su unión es la propia estructura tecnológica y productiva, lo que queda cohesionado es el capitalismo, en ningún caso las personas. Internet, por tanto, no nos acerca. Como tampoco nos acerca el teléfono. En general, las empresas que se dedican a las telecomunicaciones son directamente responsables de la separación entre los individuos, no de su acercamiento. El que se beneficia de la llamada en navidad no es la madre que añora al hijo pródigo, sino Telefónica (o la compañía correspondiente). Fueron este tipo de empresas las primeras en ver negocio en el alejamiento de las personas, luego no serán ellas las que quieran que nos acerquemos. Si una empresa acentúa el tono amoroso en su publicidad es que se dedica a lo contrario. O sea, a joder. Además de las dedicadas a las telecomunicaciones, véase las inmobiliarias. No falla. Hasta el ejército hace ya anuncios sensiblones, a ver si alguien se apunta a ser asesino protegido por la ley en nombre de la democracia. En realidad casi todos los anuncios tienen cierto tono amoroso, pero esto no deja de ser un reflejo del poco amor que hay fuera del show. Como toda la apología de la era de la comunicación es reflejo de lo poco que hablamos, de la incomunicación. Y detrás de mantener alejadas entre sí a las personas subyace el propósito de sustentar la separación de las clases, la fragmentación de la sociedad. La fragmentación no se limita a los receptores de la información, sino también al contenido de la propia información y al modo de transmitirla. La televisión e Internet inciden en fragmentar hasta el máximo los contenidos que emiten. Porque los mensajes largos y unitarios requieren de atención, de esfuerzo, y nadie quiere hacer esfuerzos innecesarios después de la dura jornada laboral. Mejor una dosis de trocitos de aquí y de allá todo masticadito en papilla digerible, poupurrí zapping, que nadie se duerma, que nadie apague. Pero el conocimiento no llega sin esfuerzo e interés por aprender. Luego lo que se pretende es que no haya ni conocimiento ni interés por parte del personal, que luego se pone a pensasr por sí solo y a ver si la lía. Que cada vez más estratos económicos tengan acceso a la información no quiere decir que las clases se igualen, sino que el producto capitalista ha conseguido, gracias al avance tecnológico, estar al alcance de todos, que todos podemos contemplar la magnificencia de la mierda plastificada, y que, aunque muchos -la mayoría- no puedan pagar, sea anhelada, y eso ya es suficiente, porque así se convierte en meta a seguir en tanto que es imagen de bienestar, y lo que es peor, de libertad. El mundo occidental se llena la boca con la libertad, pero, eso sí, que la disfrutemos sin movernos de la silla.
Pero es lo que tiene el sistema, enfrascado siempre en mejorara su proceso productivo, que ya hila tan fino que acomoda incluso a las temibles ideologías anti-sistema, perfectamente integradas en cuanto que consumen, se conectan a internet y mandan mensajes de móvil. A Telefónica le da exactamente lo que ponga en el mensaje. La misión de Telefónica no es que la gente se comunique, sino sacar dinero de que la gente se comunique. Si la revolución es por internet y por teléfono, que siga, que todo va bien. Pero yo no quiero hacer un blog (y saber cómo se hace, tener y pagar un ordenador, un módem...) para criticar al PP por haber ido a una guerra con miles de víctimas inocentes (se me ocurre por ejemplo), yo lo que quiero es algo mucho más rápido y sencillo: tirarles del cuello, porque la ocasión, desde luego, sí que lo merece, pero como eso ya tiene muy mala prensa, me conformaría con tirarles de las solapas. Pero como viven en el mundo virtual pues no hay forma.
Y también quiero viajar (pero de verdad) por Australia, no sé si con la novia, con la Pamela o con los Rolling. Con el cliente no, seguro. Mientras, a seguir haciendo la cola de la mierda gratis que ya no es gratis ni es mierda, a seguir produciendo y comprando mentirijillas, que no pasa nada, que esto aguanta. A continuar promocionando el pacto para la mentira plastificada. Que siga la banalización, que siga el mundo-show. A conectarse, que empieza un nuevo capítulo. Hoy: eleccfiones.

1 comentario:

  1. magistral en ideas y en la intencion de monstrarlas en este blogg.Muy ajustado a la triste realidad que nos asola. bsos de tu manita

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