29/8/08

Bellas palabras...

Ser como el río que fluye
silencioso en medio de la noche.
No temer las tinieblas de la noche.
Si hay estrellas en el cielo, reflejarlas.
Y, si los cielos se cubren de nubes,
como el río, las nubes son agua;
reflejarlas también sin pena
en las profundidades tranquilas.


Manoel Bandeira

Prefacio de la obra "Como el río que fluye" de Paulo Coelho, recibido hoy por mi treinta cumplaños.

16/8/08

Demasiado guardar...



Cada vez entiendo menos el mundo en el que vivimos.

Teóricamente el ser humano nace de la conexión positiva de dos almas que se aman; dos cuerpos que intercambian flujos de armonía y que se funden en un sentimiento embriagador llamado, por nosotros, Amor. De ahí que el ser humano esté condenado, desde su nacimiento, a experimentar hacia los demás emociones con carga positiva como el cariño, el enamoramiento, la pasión, la dulzura, el deseo, la atracción….. Ya siendo niños amamos a nuestra madre, deseamos la cercanía de su cuerpo, nos apasionan esos momentos que vivimos aferrados a su pecho, fuente de alimento, que nos proporciona los primeros instantes placenteros de nuestra vida, nos atrae su voz y la dulzura con la que nos acaricia y nos sentimos ansiosos sin su presencia. De igual
forma, a lo largo de toda nuestra vida, esas emociones se repetirán una y otra vez. Cada sentimiento volverá a nosotros para recordarnos de manera subrepticia, que somos seres nacidos de la armonía y que, por tanto, es en armonía como deben transcurrir, nuestros días.
Siendo así me resulta muy difícil asimilar por qué las personas nos sentimos tan incapacitadas a la hora de manifestar ante los demás emociones o sentimientos positivos. Se nos da de maravilla llamar imbécil al vecino de arriba que nos martiriza con sus ruidos; nos convertimos en portentos de la prosa si hemos de describir en medio de una reunión de amigos a nuestra parienta, con toda su carga de insoportables defectos y manías domésticas; nos encanta describir esas insufribles relaciones con los padres que nos controlan más allá de lo permitido por la edad ; nos deshacemos en reproches a la hora de acometer nuestro tema favorito: “Relaciones de pareja” por no hablar de lo mal que nos parece todo lo que hacen nuestros hijos y lo poco que nos gustamos a nosotros mismos… un suma y sigue de actitudes negativas para con los demás que nos ofrecen la idea ilusoria de que somos más fuertes pero que, en realidad, no hace otra cosa que ocultar un gran temor. Sí, nos sentimos vulnerables si demostramos lo que realmente sentimos hacia los demás así que tenemos que disfrazarnos de “mala gente” para permanecer ilesos en la vida. Nos aterra desnudar nuestra alma ante nuestra pareja y manifestarles todo lo que la amamos por miedo a ser dominados; si decimos al hijo lo orgullosos que nos sentimos y lo infinitamente que lo amamos estamos expuestos a que éste nos vea como un ser débil y nos traten con menos respeto y, ni hablar de decirle a nuestros padres lo necesitados que estamos de su cariño y, por qué no, de sus normas, por si piensan que no hemos sabido salir adelante en nuestras vidas.

Me pregunto si no nos sentiríamos menos estresados y más livianos sin soportar el peso que nos proporciona la continua negación de nuestros verdaderos sentimientos y el disfraz de “mala gente”. Que tal si pudiéramos barrer de nuestra existencia toda esa negatividad que nos hace más “fuertes” pero menos felices y, con la levedad que proporciona la alegría, gritar al mundo y a los demás todo lo hermoso que llevamos dentro. Me pregunto cómo sería el mundo si estuviera dominado por personas llenas de Amor, desprovistas de esa coraza, ese disfraz, esa negación, leves, sin peso…


Delia Villalonga.

12/8/08

La Directiva de la Vergüenza

Estados europeos desalmados

por Leonardo Boff (*)



La «Directiva de Retorno», también llamada «Directiva de la Deportación o de la Vergüenza», de la Comunidad Europea con respecto a los extracomunitarios ilegales, desenmascara una faceta inhumana que la cultura europea siempre ha tenido y que difícilmente consigue disfrazar. Es una cultura identitaria. Tiene una inmensa dificultad para convivir con lo diferente. O lo agrega, o lo somete, o lo destruye. Invadió prácticamente todo el mundo conocido, subyugando y matando con la cruz y la espada. Fue ella la que, al comienzo de la modernidad, provocó el mayor genocidio de la historia humana, según el historiador Oswald Splengler en La decadencia de Occidente. En América Latina, donde había 23 millones de indígenas -nos dice el antropólogo Darcy Ribeiro-, después de un siglo quedó solamente uno. Luego dominó a las poblaciones que quedaron, explotó todos los recursos naturales posibles, que sirvieron de base para su industrialización y su enriquecimiento, que son sus injustas ventajas hasta el día de hoy. Detrás de su comercio y de su técnica hay ríos de sangre, sudor y lágrimas. Es una cultura montada sobre el poder-dominación.

Ahora, pasando por encima de varios artículos de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948 (¿cuándo la respetaron?), maltratan a los inmigrantes, considerándolos criminales que deben ser encarcelados -incluso a los menores-, sin necesidad de mandato judicial, solamente mediante un procedimiento administrativo. Se prevé campos de concentración para ellos. Estos inmigrantes esconden tragedias en sus vidas. Están allí porque quieren sobrevivir y ayudar a las familias que han dejado en sus países.

Veamos la contradicción: en el siglo XIX los sobrantes del proceso de industrialización europeo, aquellos que podían desestabilizar el capitalismo salvaje naciente, previsto por Marx, fueron destinados a la exportación. No venía cualquier tipo de gente. Tenían primacía los empobrecidos y los enfermos, como mis abuelos italianos. Todos los de su leva sufrían tracoma, de difícil curación en esa época. Yo mismo sufrí esa enfermedad cuando niño, como todos los de nuestra región de Santa Catarina, donde se sitúan hoy Sadia y Perdigão, industrias conocidas por sus buenos productos.

En Brasil fueron acogidos con generosidad. Consiguieron tierras, ayudaron a construir esta nación y ahora, con la riqueza natural que Dios nos concedió, podemos ser la mesa puesta para el hambre del mundo entero. Las políticas de la Comunidad europea de hoy, no muestran ninguna reciprocidad. Con acciones articuladas se revelan crueles y sin piedad. El príncipe de nuestros periodistas, Mauro Santayana, nos relata en el Jornal do Brasil del 22/06, que en los años 80 economistas y sociólogos norteamericanos y europeos bajo el patrocinio de banqueros concluyeron que era necesario apartar del consumo al 80% de la humanidad, a fin de garantizar la gestión del planeta y mantener los privilegios del 20% de ricos. Los demás deberían ser marginados, hasta su extinción.

Parece que el genocidio está inscrito en el código genético de este tipo de gente que ha estado detrás de casi todas las guerras de los últimos siglos. A ellos que gustan de la cultura como pura ilustración, les recuerdo lo que Immanuel Kant (+1804) dice en La paz perpetua (1795). La primera virtud de una república mundial es la «hospitalidad general», como derecho y deber de todos. Todos están sobre el planeta Tierra, dice, y tienen el derecho de visitar las regiones y sus pueblos, pues la Tierra pertenece comunitariamente a todos.

Sólo espíritus anticultura occidental como Francisco de Asís, Juan XXIII, Luther King y Madre Teresa pueden ofrecer un paradigma que rescate a estos Gobiernos y los salve de la maldición de la vida y de la ira divina que se cierne sobre ellos.

Leonardo Boff es teólogo, filósofo y escritor

4/8/08

Monos al volante

Que triste situación, encontrarse diariamente perros literalmente descuartizados en la carretera (Particularmente en la carretera de Utrera a Los Palacios que es la que recorro diariamente para ir y venir del trabajo), deshechos por los impactos de los vehículos de los monos amaestrados que conducimos y hablamos por nuestro móvil... Que triste el abandono de estos seres indefensos, a su suerte, y la implacabilidad de nosotros los conductores...

Que triste situación el abandono de estos animales indefensos, y que triste situación verse en manos de monos amaestrados con teléfonos movil al volante de sus máquinas de autoafirmación narcicista, derrochando ansias, ansias por devorar al otro, por dar rienda suelta al instinto reptiliano del depredador, del aniquilador.

El automóvil, como otros tantos juguetes de nosotros los humanos es una proyección de nuestro interior, una proyección de nuestro ego, de nuestros delirios de grandeza y prepotencia. Es increíble como día a día se sigue observando las miríadas de monos amaestrados al volante que inundan las carreteras. Porque aunque hallamos obtenido cierta habilidad para el habla, y hallamos desarrollado una mente conceptual bastante avanzada, parece ser que en el fondo somos como monos salvajes con el instinto agresivo y depredador de una jungla de hierros con motor, neumáticos y alquitrán como escaparate de nuestras animaladas. Parece como si al volante tuviéramos la ilusión de poder reharcirnos de todas nuestras frustraciones diarias, como si de esta forma pudiésemos vengarnos y soltar toda esa violencia recibida y contenida que lo “socialmente correcto” no nos deja expresar de otra forma.

Al volante parece que somos los más duros, los más listos o listas, parece que somos realmente inmortales. Nadie se nos resiste. Con nuestros confortables asientos y una música machacona como banda sonora de nuestros delirios de grandeza, no hay adelantamiento que se nos resista ni señal que nos pare. Somos los “number one” y eso se lo tenemos que hacer entender a los demás por las buenas o por la malas.

Por las buenas, nos llevaremos algun susto y los insultos de otros conductores, si acaso una multa como mucho. Por las malas... La visión de nuestro cuerpo, el de otros conductores, amigos, familiares, niños, fríos, marmóreos, yertos, como dormidos, dormidos para siempre. Un futuro inexistente y dolor, dolor intenso y profundo en lo más ondo de los que miran nuestros envoltorios, nuestros cuerpos que ya no guardan la luz de la vida.
Un individuo como los que me cruzo a diario por la carretera de Los Palacios puede ser un ignorante, un prepotente, un frustado cargado de mala leche o simplemente un hijo de puta, pero lo que está claro es que la vida es algo demasiado valioso, una oportunidad única e irrepetible como para estar jugando a ser el más macho, el más listo, el más inmortal, cuando lo único que parecemos al volante es un verdadero mono amaestrado.


José Luis Villalonga.

1/8/08

MIL VUELTAS


Hace mucho que llegué a la conclusión de que el ser humano tiende a darle mil vueltas a las cosas, eso sí, no todos lo hacemos igual ni por las mismas razones.

A veces nos suceden cosas que por la razón que sea, no podemos asimilar, y entonces le damos mil vueltas , buscando por qués, razones, motivos...todo para poder entender por qué las cosas no han sucedido de una manera u otra. La verdad es que en nuestro fuero más interno necesitamos un narcótico que suavice esa sensación de malestar y desasosiego que de paz a nuestra mente y nuestro alma.

Pasado un tiempo de hacernos las anteriores preguntas de por qué y demás, viene la fase de clasificar a las personas, dependiendo de sus actos serán bondadosos, egoistas, buenos, malos, sensibles, etc...de alguna u otra manera todos hemos pasado por esto alguna vez.

La mujeres en situaciones límites dirán que los hombres son todos iguales, machistas, egoistas, egocéntricos..y los hombres pensarán lo mismo de las mujeres. Todo ello para autoexplicarse una situación que de por si, es inexplicable. Las cosas pasan y ya está, después de pasadas sólo nos queda aprender, no intentar buscar una explicación que no vamos a encontrar.

Personalmente no creo que la diferencia esté entre hombres y mujeres, supongo que hay buenas y malas personas en general, sin sexo. Con el tiempo descubres que hay gente que no importa lo que hagas, lo que pienses o lo que pase, porque siempre estarán contigo. También descubres que hay gente, que no importa el tiempo ni las cosas que compartáis porque nunca llegará a ser una parte fundamental en tu vida.

Yo, como un mortal más, le he dado muchas vueltas a la cabeza, he buscado inútiles explicaciones y he llegado a algunas conclusiones: primero, que me queda muchísimo por aprender y estoy dispuesta a que la vida me sorprenda para bien o para mal con lo que tenga que ser, ahora sé, que no puedo controlar esto; segundo, que la gente a la que quiero están ahí y me lo demuestran, son los que me importan, el resto carece de importancia; y tercero, que sé que no importa lo hondo que esté el pozo en el que pueda caer porque sé que antes o despues, con más o menos esfuerzos, podré salir.

P.D.: Alguien dijo una vez que los cuentos de hadas son verdad, no porque digan que existen los dragones, sino porque siempre podemos vencerlos


Susana.