27/6/08

TRAS LAS FRONTERAS DEL MIEDO...

¿Qué es el miedo...?. Según la Real Academia de la Lengua el miedo es la sensación angustiosa causada por la presencia, la amenaza o la suposición de un riesgo o de un mal.
Si desarrollamos una mirada ecuanime respecto a nuestras emociones y sensaciones, llegaremos a la conclusión de que en la mayoría de los casos el miedo es fruto precisamente de eso, una suposición. Suponer, que a su vez es una forma de proyectar una realidad que no existe, nos hace ir muchas veces como ciegos tratando de protegernos de una manguera vieja.

Cuenta una historia, que en cierta ocasión un hombre que andaba en la oscuridad tratando de llegar a la puerta de su casa, creyó distinguir una gran serpiente que se hallaba en medio de su camino. Sin una visión certera del peligro que le acechaba y preso del pánico, agarró una estaca y la emprendió a golpes de cólera con ésta, destrozándola en pedazos y se refugió rápidamente tras las "fronteras" de su hogar seguro y confortable. A la mañana siguiente, con la luz del sol alumbrando la entrada de su casa pudo observar la manguera de regar el jardín destrozada en el suelo.

Sin una visión real de lo que nos rodea, el miedo que todos en mayor o menor medida llevamos somatizado en nuestro carácter nos hace ver peligros donde sólo hay una vieja manguera.
Así, con la paranoia del miedo impreso en nuestro corazón, los seres humanos creamos más y más fronteras. Fronteras que protegen a la vez que aprisionan. Fronteras para proteger el "yo" creado mucho antes de que fueramos conscientes de ser un "yo", fronteras para protegernos de peligros imaginarios, peligros congelados en lo más profundo de nosotros mismos que en algún momento no fuimos capaces de transcender e integrar en nuestra evolución como seres emocionales.
Seguimos poniendo fronteras y más fronteras, límites y más límites y en nuestra obsesión compulsiva de control de la realidad que creemos hostil, el subconsciente sigue impulsando el miedo y limitando nuestra vida.
Limitamos el espacio con fronteras que nos protegan de otros seres humanos diferentes, limitamos nuestras emociones impidiendo la expansión más hallá de nosotros mismos, impidiendo que crezca el amor, limitamos y etiquetamos las ideas, nuestra capacidad creativa, limitamos todo sin darnos cuenta de que "todo" es "todo". Creamos más y más fronteras para proteger nuestra “minivida” que creemos segura y permanente.

A veces el miedo se halla grabado a un nivel tan profundo de nosotros mismos que somos incapaces de darnos cuenta hasta que punto mediatiza y limita nuestra vida.
Desde el punto de vista de la biosíntesis, el carácter es una estructura psicosomática dinámica que se forma en el ser humano en las primeras fases de su vida, como resultado de un mecanismo de supervivencia, adaptación y evitación del dolor. Está determinado por las interacciones tempranas del niño, y las acciones y reacciones tanto del medioambiente como de los padres.
De esta forma el carácter se forma como un medio de adaptación y supervivencia, como una frontera detrás de la cual se parapeta el niño que teme ser dañado en sus primeros meses de vida. Sin embargo como esta fase se produce a una edad en la que los recursos del infante so muy limitados los efectos de esta adaptación si no se integran correctamente pueden dar lugar a una perpetuación del miedo en el ser ya adulto, y esto explicaría en gran medida muchas de las reacciones emocionales y obsesiones que sufrimos casi todos repetidamente como si una parte de nuestro sentir se hubiese congelado en el tiempo. Es decir esto explicaría por qué muchas personas reaccionan una y otra vez de forma idéntica ante un contexto distinto.

En definitiva, aunque nos ha permitido sobrevivir, muchas veces exitosamente, el miedo asociado al carácter que cada uno de nosotros ha formado desde el instinto inconsciente de supervivencia nos cierra caminos y nos impide percibir y experimentar plenamente la novedad del presente.


“El verdadero opuesto al amor no es el odio, sino el miedo...” (Dokushô Villalba)



José Luis Villalonga.

23/6/08


Cientos de banderas tibetanas en los más alto del escenario. algo más de las diez de la noche y casi nueve mil criaturitas embriagados de calor empiezan a saltar al unísono con el primer tema de Manolo García. Nueve mil alegrías y nueve mil tristezas como una sóla voz, nueve mil disfraces y el maestro de ceremonias dispuesto a realizar su refinada alquimia.

Leña al mono Manolo, leña a nuestras conciencias empapadas en cervezas y en sudor. Sus letras abren puertas y aplastan convicciones. "Amar, amar, amar...", canta Manolo. Qué fácil en la teoría y que complicado para nuestros corazones miedosos de niños... Siguen los temas, siguen las cervezas, y sigue el humo negro en los pulmones. Danos caña Manolo, alíate esta noche con el elixir que le echo a mi tabaco y hazme olvidar mis últimas tristezas y mis últimas alegrías.

Todos los días trabajando para pagar el gasóleo del yate de los banqueros, grita Manolo. A la mierda el móvil, a la mierda la ropa de diseño, ¡A la mierda los BMW! Qué bueno este tío. Se tira al público de cabeza y luego se va corriendo por encima de la barra a la vez que empieza a sonar "Llevame esta noche a San Fernando" y el auditorio parece que se va a caer.
En medio de la cerveza, el tabaco aliñado, el sudor, y los cuerpo cada vez más cerca de algunas, y cada vez más lejos de otras, Manolo va metiendo pequeñas dosis de su poesía. Tiene los cojones de leer un manifiesto ecologísta y pedir nuestra colaboración para no matar la naturaleza que nos da la vida, se encomienda a nuestro amor por la vida, por el aire, nuestro amor para los que están y para los que vendrán. Sigue la poesía, siguen las cervezas y mi sangre cada vez se vuelve más negra.
"Levedad... somos levedad" este tema resuena en cada hueco de mis huesos y un escalofrío me recorre la columna vertebral. ¡Qué letra! profundo y sincero. Empiezo a llamar a todo dios para ofrecerles un trozo de esta poesía por mi móvil, poesía que resuena en lo más íntimo, en lo más sutil de nuestros cerebros encerrados. Quisiera atrapar este instante presente y regalarlo, pero caigo en la cuenta de que este instante del presente no me pertenece. Caigo en la cuenta de que nada me pertenece y una extraña sensación de tristeza y libertad me hace soltar las manos y dejar partir temores y añoranzas que se estaban acomodando dentro de mi. Ahora sí, la tristeza bañada en libertad produce su mágica mutación y deja paso a la alegría y la tranquilidad de un instante presente que no me pertenece, pero que estoy viviendo y sintiendo hasta la médula.

Para terminar, otra letra que te atraviesa. "Rosa de Lalejandría, rosa amarilla...", va terminando la función, "adentrarme quiero en el silencio, abandonar esta senda..." ¡Cómo te entiendo Manolo! hoy siento tu poesía mía.

Un artista comprometido, valiente y entregado nos ha regalado lo más íntimo de sí en sus letras. ¿Quién dice que ya nadie es sincero, cuando este tío se acaba de desnudar, acaba de destrozar su "disfraz" ante nueve mil personas?

Salimos del auditorio y la noche sigue inspirada por la música y por el elixir que hoy alegra y calma mis últimas soledades y mis últimos apegos. Esta noche tengo sed, y quiero más cerveza, más piedras negras y más miradas y cuerpos cómplices. Esta noche quiero matarlo todo y que todo renazca, esta noche quiero fundirme en el instante presente aunque sé que no me pertenece y mañana, con las cenizas de mi memoria, escribiré en trazos grandes sobre las sábanas sudadas: ¡Qué pronto pasa todo!


José Luis Villalonga

9/6/08

Puro Jazz Cósmico

Una vieja grabación de VHS rescatada en formato digital me ha traido la realidad, mi realidad de hace diecisiete años, y una mezcla de añoranza y alegría ha recorrido mi cuerpo en forma de escalofrío. ¡Hace diecisiete años!. ¡Cuánto ha llovido!. Apenas si reconozco al semiadolescente grandullón que fuí y que sin que nadie me avisara dejé de ser hace ya mucho. Calladamente, como un sueño ha pasado el tiempo desde entonces y la realidad severa pero justa me enseña hoy un trozo de lo que fué y nunca volverá. Mis abuelos, mi tía, incluso algún amigo que ya no está me recuerda la fragilidad de todo aquello que amo y que agoistamente alguna vez pretendí atrapar.

Las calles han cambiado, las personas que las frecuentaban que ya no están, otras que llegaron para luego irse y algunas que todavía permanecen. Muchos cambios que sumido en el sueño cotidiano del fluir de mi existencia no he alcanzado a apreciar. Mi hermana con la dulzura y la inocencia de una niña, se abraza a mi abuelo y sonríe tranquila. Yo, río y río con el genio alegre de mi padre que bromea con mi tío Lucas. Es una maravilla, un trozo de realidad coservada y ahora representada en mi televisor y un momento excelente para una reflexión inevitable. La vida fluye más allá de nosotros mismos.

Lo vea o no todo ocurre y todo pasa, y lo que ayer me parecía eterno hoy me parece haber sido tan sólo una centésima de segundo. Ahora no encuentro la sonrisa de mi abuelo, la serenidad de mi abuela, el humor familiar de mi tía... Me veo y no me reconozco porque ¿que fue de aquel niño?.
Sin embargo me alienta sentir que aquellas sonrisas, aquel cariño de los que ya no están no se ha esfumado, tan solo ha cambiado de envoltorio. Son personas distintas en esta realidad de ahora las que ma arropan como ellos lo hacían, es un mismo corazón que ha cambiado de forma, de apariencia.
Somos la continuidad de los que ya no están, como pequeños eslavones de la cadena de la eternidad. Un cuerpo y apariencia cambiante para un mismo corazón que late en la sinfonía eterna de la vida, del universo.

Hoy, siento que el amor de los que me precediron, y aquellos momentos son los creadores de este fruto que empieza a florecer más allá de mi máscara de treintañero serio y grandullón. Es por esto que siento una gran gratitud hacia ellos, hacia todos, hacia ti mismo que ahora lees estas palabras porque por mi mismo no sería absolutamente nada. En este momento que no se si es de lucidez o de locura siento que cada uno de nosotros sostenemos esta obra de arte del universo llamada vida.

Muy pronto nosotros también dejaremos sitio para otros niños, adolescentes y jovencillos asustados y nos miraremos en ellos intentando no olvidar lo que sentíamos en esos años. Así que hoy me alienta la idea de poner lo mejor de mi mismo, para ser el apoyo imprescindible para los que me rodean, para mi propia vida y para los que vendrán, añadiendo así mi granito de arena a esta melodía maravillosa de jazz cósmico que resuena hoy en lo más profundo de mi corazón...



“La luna no es luna si mis ojos no lo ven.
La luz del sol no existe si mis ojos no lo ven.
Mis ojos no son ojos si los tuyos no lo ven...”

José Luis Villalonga.

6/6/08

Orfidal

Los pulmones se quedan pequeños y el corazón te zarandea el pecho. Crees que vas a morir. Así que buscas en el botiquín la pócima que te salve del pánico, las pastillas que sedan el alma.

Multitud de jóvenes padecen ansiedad u otros trastornos del espíritu. Resultado del estrés casi siempre, las autopistas de los neurotransmisores se llenan de camicaces y entonces el alma no cabe en el pecho. Jóvenes estresados. Jóvenes con miedo al fracaso. Jóvenes en cuyas conciencias esta sociedad podrida ha creado necesidades irreales, responsabilidades absurdas. Los médicos recetan ansiolíticos varios. Pero yo si fuera médico recetaría un buen trabajo, aunque las ETT¿s no me dejaran.

El trabajo del joven es precario y el mercado exige una dedicación completa, un ritmo frenético que no entiende de pausas ni de atardeceres. Miedo a salir de casa. Los jóvenes se van de casa de sus padres cuando dejan de ser jóvenes. Miedo a ser padres. O quizá miedo a ser como sus padres. Pequeñas mujeres, frágiles como un sueño, deshaciéndose como muñecos de nieve, vomitan por miedo a vivir. Anoréxicas, bulímicas a las que se les exige ser como la chica que me sonríe tras el cristal de la marquesina. Jóvenes con complejo de Peter Pan, con miedo a crecer tomando ansiolíticos para que el alma no les estalle como una supernova.

Algo le pasa a este mundo cuando tanta ansiedad llena los pulmones de miles de jóvenes.

Te invito a un café. Dejemos pasar esta tarde de otoño que camina lenta como una manada de dinosaurios y cuéntame cómo te va. No cojas el teléfono. Que les jodan a todos. Sólo dime lo bien que van a ir las cosas, cómo la calma de los próximos días traerá flores que crecerán en tu vien


Ismael Serrano
(Extraido de su página web)

4/6/08

¿CUAL PREFIERES...?


Cuenta la historia que en cierta ocasión un ciudadano norteamericano, acudió a un pequeño embarcadero en la frontera con México para cruzar el gran río. Nada más llegar encontró al barquero con su enorme sombrero mexicano echando apaciblemente una siesta a la sombra de un árbol. El norteamericano, con prisas y casi sin detenerse preguntó:
-Perdone buen hombre, ¿Cuánto cuesta cruzar al otro lado del río?
A lo que el mexicano tranquilamente contestó:
- En realidad es bastante barato, lo que ocurre es que en este momento estoy en mi tiempo de descanso y estoy haciendo la siesta, así que tendrá que esperar un rato.

El norteamericano, que era un hombre de negocios muy ocupado y con grandes responsabilidades laborales insistió alterado: -¡Pero es de vital importancia que yo cruce ahora mismo el río!. Dígame cual es el precio y yo le daré el triple.
-¿Y para qué quiero yo el triple de dinero?, preguntó tranquilamente el mexicano sin abandonar su postura recostada sobre el árbol.
- ¿Como que para qué?¿es que no entiendes?. Con ese dinero podrás comprar una barca más grande y podrás cruzar a más clientes durante el día y así podrás ganar más dinero. Contestó el norteamericano más alterado aún.
-¿Y para qué quiero yo cruzar a más gente, trabajar más, y ganar más dinero del que gano ahora?. Preguntó el mexicano levantando un poco su sombrero.
El norteamericano, exasperado ante la pasividad del barquero siguió explicándole a toda prisa sin dejar de mover las manos: -¡Pues para que va a a ser!. De esta forma, con el tiempo, podrás comprar otra barca y quizás puedas ganar el dinero suficiente para contratar ayudantes que se encarguen de las barcas y así tu negocio generará más ganancias.
El mexicano sin inmutarse volvió a replicarle: -Si, si todo eso está muy bien. ¿Pero para qué quiero emplear a más personas en más barcas, y tener una gran empresa que genere más ganancias y tener que atender a todas esas responsabilidades?
El norteamericano apunto de explotar le volvió a contestar casi sin respirar: -¡Pues para que va a ser!, ¿Es que no lo ves?. Así podrás crear una gran empresa que domine todo el río, y tendrás muchas personas trabajando en muchas barcas de tu propiedad, y ganarás mucho dinero y con mucho esfuerzo, siendo competitivo y superando muchos obstáculos llegará el día en el que ya no tendrás que preocuparte de nada y tendrás tiempo para dormir la siesta si quieres.
-¡Pues eso es lo que estoy haciendo ahora!, gringo de los cojones.


¿Para qué nos levantamos cada mañana? ¿Para que trabajamos más y más horas? ¿Para qué corremos?¿Para qué luchamos y luchamos por crecer y crecer sólo materialmente?.
Teniendo en cuenta la siguiente ecuación: “Dinero (igual a) tiempo vital empleado en producirlo”, valdría la pena preguntarse:
¿Cuánto tiempo restado al banco finito de nuestra existencia empleamos para generar riqueza, que a su vez destinamos para adquirir cosas que realmente no necesitamos?
¿Que magnífica empresa de marqueting y lavado de cerebro nos vendió la idea de que la superioridad económica es sinónimo de bienestar físico, mental, afectivo-emocional, espiritual, o simplemente de felicidad...? ¿De verdad creemos esto?. Mejor dicho, ¿De verdad sentimos eso?
Aunque quizás la pregunta clave sería: ¿Quién, o quienes, y con que motivaciones o intereses, se encargan desde que nacemos de grabarnos a hierro como a una vaca, con la idea de que “somos lo que tenemos”, por encima de otros valores? ¿Quiénes son los beneficiados de que la gran parte de nuestra sociedad, incluyendonos por supuesto a nosotros mismos, tenga como modelo de felicidad un sistema de vida basado en emplear el mayor número posible de nuestros recursos vitales en generar riquezas materiales?.
Nuestra vida, por lo general va a remolque de las exigencias del trabajo, de nuestro jefe, de los horarios, de los clientes que nos presionan, de la competencia, de los resultados. Nuestra libertad de seres humanos se reduce más y más por la necesidad de crear cada vez más riqueza, más recursos económicos que por otro lado creemos que nos darán mayor libertad. ¿Tiene algún sentido esto? ¿Podemos realmente cambiar en alguna medida esto?.
En el momento en el que el televisor de nuestra vida deje de proyectar imágnes y quede definitivamente en off, ¿habrá merecido la pena todo el sacrificio por ganar el suficiente dinero para “ser alguien”?
Posiblemente habrá por ahí algún mexicano que con sus alpargatas desgastadas y una camisa roñosa, sea más feliz echando su siesta bajo cualquier árbol, que cualquiera de nosotros con nuestro móvil de última generación ¿Hasta cuando seguiremos dormidos ante el hecho de que la vida es algo irrepetible y que cada vez la utilizamos más para generar riqueza en vez de generar la riqueza justa para vivir dignamente?

Vivimos en “Matrix” y se acaba de abrir una puerta en tu mente. Así pues tú eliges: ¿Quieres la pastilla roja, o la azul...?


José Luis Villalonga.