31/7/08

EVASION O VICTORIA


Podemos dedicar nuestro tiempo de vida a innumerables tareas. Algunas de ellas son necesarias, tales como trabajar para comer y vivir dignamente. Otras son meras distracciones, pasatiempos, evasión. Los seres humanos tenemos una muy arraigada tendencia a la evasión. Nuestra mente representativa, nuestra imaginación y nuestras fantasías constituyen un inigualable estudio de creación cinematográfica. Hollywood es una burda imitación americana de los estudios internos de nuestra propia mente.

Viajamos cada vez más. Hacemos turismo. Visitamos el Partenón, las Pirámides egipcias, la Gran Muralla, las playas caribeñas, los desiertos argelinos. A esto le llamamos “conocer mundo”. En realidad, estamos huyendo de nosotros mismos. Buscamos evadirnos de esta gran interrogación: ¿Quién soy yo? Nos evadimos de nuestra ignorancia recreando o visitando países exóticos. Huimos de la conciencia de nuestra propia mortalidad. “Las Pirámides son eternas. Yo he estado en las Pirámides, luego yo soy eterno”.

Nuestra vida individual es efímera como una gota de rocío. Sin embargo, la energía que nos anima es sagrada. “La eternidad es un instante de conciencia. Un instante de conciencia abarca toda la eternidad”, escribió un poeta anónimo. ¿A qué podemos y debemos consagrar la energía sagrada de nuestra vida-conciencia?
Fue Abrahan Maslow, el padre de la psicología humanista, quien dijo: “Te advierto que si te conformas con menos de eso a lo que aspira tu alma, nunca encontrarás satisfacción”.

¿Cual es la aspiración más profunda de nuestra alma? Si te conformas con menos que eso, no serás feliz, aunque recorras todos los países y paisajes nationalgeographicos, aunque seas el protagonista de las más caras superproducciones de tu propia productora mental and company.

La vía que indica lo Absoluto sin rodeos es para aquellos que ya no quieren perder más el tiempo, que no quieren distraerse, ni evadirse. La conciencia continua de la propia mortalidad es la mejor entrada a esta Vía. Este que está aquí ahora escribiendo estas palabras es alguien que va a morir. Este o esta que está ahora leyendo estas palabras es alguien que va a morir. Tu hijo es alguien que va a morir. Tu amante, tu pinche patrón, tu empleado negligente, el presidente del gobierno y los inspectores de Hacienda son gente que va a morir. No te olvides nunca de esto. ¿Cuando moriré? ¡Ahora! La muerte siempre sucede ahora. No pienses que morirás en el futuro por que el futuro no existe. Lo único que existe es este instante presente. De igual manera, tu muerte también “sucederá” en este instante presente. Entonces, cuando estés muriendo te darás cuenta de que el tiempo es un sueño. Antes, mucho antes, de que te des cuenta de ello ya estarás en este ahora que es el ahora del momento de morir. ¿Como podemos perder el tiempo jugando al monopoly, a hazañas bélicas, a Casanova o a Madame Bovary?


Extraido de la Obra Riqueza Interior. Enseñanzas del Maestro Zen Dokushô Villalba.


“¿Cómo podemos perder el tiempo...?˝

Las personas de nuestra sociedad actual no queremos implicarnos en nada serio. No queremos contraer ningún compromiso, no exterior, ya que esto no es tan difícil, si no un compromiso interior, un compromiso con uno mismo. Vivimos en la sociedad de los estímulos, en la sociedad de la evasión. Las grandes campañas de marketing, la televisión, los eventos deportivos y la telenovela de nuestra vida nos alientan contínuamente y sin descanso a evadirnos.

Fumemos algún porro de vez en cuando, hagamos una buena botellona y veamos un buen partido de fútbol, dejemos que Papá y Mamá sigan pagándonos las facturas y no nos comamos mucho el tarro. Dejemos que todo caiga del cielo y sigamos evadiendonos de nuestra responsabilidad de seres humanos. Pero eso si, llegado el momento pongámonos unos pantalones anchos, colguemonos un collar de perlitas marrones y apuntémonos unos meses a yoga para potenciar nuestra autoimagen de ser especial y espiritual que escucha música psicodélica y quiere hacer siempre muchas cosas pero al final todo se queda en la última calada del porro.

Este está siendo el verano de los pantalones anchos y de las personas que me preguntan una y otra vez por el budismo y la espiritualidad (como si yo supiese algo... ) Sin embargo, siento que no es más que una moda. Otra mierda de disfraz para ligar más, resultar más interesante o conocer gente. Ponemos “buditas” por todos lados, quemamos incienso para que no huela tanto a hierva y nos tiramos en la playa a ver una puesta de sol de lo más mística, pero a la hora de la verdad seguimos con la evasión de nosotros mismos como imbéciles que tratan de huir de su propia sombra.



Comentario de José Luis Villalonga.

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