24/9/08

Vivir su propia Leyenda


Vivir su propia Leyenda


Creo que cada página de este libro se lee en unos tres minutos. Pues bien, según las estadísticas, en ese espacio de tiempo morirán trescientas personas y nacerán otras seiscientas veinte.
Tal vez yo tarde media hora en escribirla: estoy concentrado en mi ordenador, con los libros a mi lado, ideas en la cabeza y coches que circulan fuera. Todo parece absolutamente normal a mi alrededor; entretanto, durante esos treinta minutos, morirán tres mil personas y seis mil doscientas acaban de ver por primera vez la luz del mundo.
¿Dónde estarán esos millares de familias que acaban de llorar la pérdida de alguien o reír con la llegada de un hijo, nieto, hermano?
Paro y medito un poco: tal vez muchas de esas muertes estén llegando al final de una larga y dolorosa enfermedad y ciertas personas se sientan aliviadas con el Ángel que ha ido a buscarlas. Además, con toda seguridad, centenares de esos niños que acaban de nacer serán abandonados en el próximo minuto y pasarán a la estadística de muerte antes de que yo termine este texto.
¡Qué cosa! Una simple estadística, que he mirado por azar, y de repente estoy sintiendo esas pérdidas y esos encuentros, esas sonrisas y esas lágrimas. ¿Cuántos estarán dejando esta vida solos, en sus cuartos, sin que nadie se dé cuenta de lo que está sucediendo? ¿Cuántos nacerán a escondidas y serán abandonados en la puerta de asilos o conventos?
Medito: yo ya formé parte de la estadística de nacimientos y un día seré incluido en el número de muertos. ¡Qué bien! Yo tengo plena conciencia de que voy a morir. Desde que hice el Camino de Santiago, entendí que -aunque la vida continúe y seamos todos eternos- esta existencia va a acabar algún día.
Las personas piensan muy poco en la muerte. Pasan la vida preocupados por verdaderos absurdos, aplazan cosas, dejan de lado momentos importantes. No arriesgan, porque piensan que es peligroso. Se quejan mucho, pero se acobardan a la hora de adoptar decisiones. Quieren que todo cambie, pero ellas mismas se niegan a cambiar.
Si pensaran un poco más en la muerte, no dejarían nunca de hacer la llamada de teléfono que deberían hacer. Serían un poco más locas. No tendrían miedo del fin de esta encarnación... porque no se puede temer algo que va a suceder de todos modos.
Los indios dicen: "Hoy es un día tan bueno como cualquier otro para dejar este mundo." Y un brujo comentó en cierta ocasión: "Qué la muerte esté siempre sentada a tu lado. Así, cuando necesites hacer cosas importantes, te dará la fuerza y el valor necesarios."
Espero que tú, lector, hayas llegado hasta aquí. Sería una tontería asustarse por el título, porque todos nosotros, tarde o temprano, vamos a morir y sólo quien acepta eso está preparado para la vida.



Paulo Coelho.

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