7/7/09

UNIFICANDO





En el antiguo Egipto, como en otras muchas culturas, se creía que el corazón era el centro de la vida y por tanto, donde residía el alma. Aristóteles también lo pensaba. El corazón como residencia del espíritu fue un concepto muy poderoso durante siglos. En la Edad Media sin embargo se creía que cada persona poseía tres almas: una en el hígado, otra en el corazón y otra, no visible, que no se ubicaba en ningún sitio ya que se consideraba inmaterial.
Luego, entre los años 1620 y 1675; un grupo de científicos inaguraron una nueva era, la “era neurocéntrica”, que afirmaba que el alma está en la mente, en el cerebro y en las neuronas que lo componen, y así se sigue pensando hoy día. Sin embargo yo me pregunto: ¿Podría un cerebro existir por sí solo?
Los seres humanos nos empeñamos contínuamente en colocar cada cosa donde nos interesa y mantenerlas bien definidas y ubicadas en el espacio-tiempo, ya que pensamos que el espacio-tiempo tal y como lo entendemos, es todo cuanto existe. Nos gusta dotar de identidad propia a todo lo que conocemos, y separarlo del resto para que esa identidad no se vea amenazada por otras identidades. Andamos contínuamente separando y ubicando cosas en los sitios más pintorescos en un afán insolente por controlarlo y definirlo todo conceptualmente. Nuestras ansias de "atrapar" la realidad y hacer que se parezca lo más posible a lo que nuestro carácter inmaduro desea, nos hace crear separaciones y más separaciones por lo que a menudo nuestra vida nos parece insatisfactoria, pobre e incompleta.
Cuando un médico occidental trata a un paciente, normalmente y agrandes rasgos, lo hace considerando al órgano a tratar como independiente del resto del cuerpo, u observa como mucho la relación con los otros órganos de forma muy somera. No realiza un estudio completo y amplio del ser, incluso del aspecto psicológico y emocional. Si este médico no considera la estrecha unión entre el yo psicológico y el yo corporal, nunca llegará a la raíz de la dolencia y dificilmente podrá ayudar a su paciente de forma íntegra.
Si no aprendemos a desarrollar una visión amplia de nuestra existencia y el medio en el cual se desarrolla, jamás seremos capaces de superar ese sentimiento de ruptura, de separación con todo lo que nos rodea, sentimiento que intuyo, es uno de los grandes obstáculos que tenemos casi todos los seres humanos para desarrollar todo nuestro potencial, es decir para alcanzar nuestra plenitud de ser.
Normalmente nuestra falta de integración hace que vivamos con nuestro corazón corriendo en una dirección y nuestra mente en otra. Esta es la guerra civil interna en la que la mayoría de nosotros vivimos inmersos, y esta es la situación que nos hace tener en la mayoría de los casos una visión deformada de la realidad.
La acción vital verdaderamente creativa, constructiva y bella para nuestras vidas y la de los demás, surge a mi entender cuando razón e intuición, mente y cuerpo, sistema simpático y parasimpático, actúan naturalmente si conflictos, es decir, cuando encontramos espontáneamente la paz para la guerra civil interior en la que contínuamente vivimos.
Los grandes artistas marciales lo saben bien, porque llevan toda la vida practicando el arte de armonizar todo lo que son en movimientos precisos y justos que les conducen a la certeza de que todo ocurre sólo e irrepetiblemente aquí y ahora. Cuando se practica con el cuerpo sin darle todo el protagonismo a la mente reflexiva, dejando que cada órgano, cada gesto, cada latido de corazón cumpla su función sin interferencias, inmediatamente surge la sensación de que todo está perfecto tal y como está, es decir, cada cosa en su sitio perfectamente descolocada (ja ja ja). Pero para esto debemos reconocer primero que somos unos mal educados, ya que nuestra mente y nuestro cuerpo se han vuelto mal educados el uno con el otro, con nosotros mismos y con los demás. Por ello, cuando alguien comienza la práctica del Karate Do por ejemplo, de momento piensa que esas posturas son antinaturales, sienteN que su cuerpo las rechaza, como un niño criado a base de boyicaos rechaza una buena ensalada.
Este sentimiento de ruptura que sufrimos en silencio como las hemorroides, influencia profundamente al ser sexual que también somos. Si somos sinceros deberemos reconocer que tras muchas conversaciones inocentes, tras muchas noches de fiesta con amigos, tras muchas ganas de ser alguien y ganar dinero, tras muchas horas de entrenamientos para moldear nuestro cuerpo y sentirnos bien, en última instancia existe un deseo sexual reprimido y enmascarado con lo socialmente correcto. El desconocimiento profundo del sexo, de la energía sexual que mueve el mundo nos hace practicarlo como máquinas. Pensamos demasiado en el sexo por que buscamos inconscientemente volver a la unión con el todo, añoramos más que nada dejar de estar "separados" del resto, volver al vientre materno donde estábamos tan agustito, fundidos con el cuerpo de nuestra madre. El volver a unir, según mi opinión, es el deseo y el anhelo que mueve nuestra existencia. De hecho, durante el orgasmo hay un instante en el que uno no es nadie, simplemente sin mente, sin ego, puro gozo, fusión con el otro y con el todo. Pero es tan corto y pasa tan desapercibido para la mayoría de nosotros que al rato seguimos obsesionados con volver a practicar sexo. Eso sin tener en cuenta que en otras muchas ocasiones el cuerpo está practicando sexo,la mente pensando en sus cosas y el corazón hecho un lío porque no sabe a cual seguir.
Según la sabiduría tántrica y el sentido común, hacer el amor con alguien a quien no se ama es como hacer el amor con un cadáver, dos seres que se aman deberían aproximarse el uno al otro como quien se aproxima a lo divino, esto posiblemente hará replantearnos nuestra vida social-sexual, pero quizás deberíamos replantearnos primero que es lo que entendemos por amor. Sin compartir la alegria de vivir no hay amor, sólo instinto animal y egoísmo. Pero como practicaremos el verdadero sexo, cómo viviremos una verdadera vida si nuestro cuerpo está aquí, nuestra mente allá y nuestro corazón partido en dos queriendo seguir a ambos... Más allá del miedo quizás esté la respuesta.


José Luis Villalonga

No hay comentarios:

Publicar un comentario