27/1/12

¡Qué bella es la ludopatía!

Con paso firme y marcial (y la alcaldesa Botella al lado), la presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, ha declarado su disposición a "cambiar todas las normas que haya que cambiar" con el fin de que el grupo Las Vegas Sands invierta cómodamente entre 15.000 y 18.000 millones hasta 2022 para construir un complejo de casinos en Madrid o en Alcorcón. Las normas suprimibles son muchas. El inversor pide que se cambie el Estatuto de los Trabajadores, dos años de exención de cuotas a la Seguridad Social, un préstamo del Estado de 25 millones, traslados de vertederos, apropiarse del suelo público de la zona (las familias de las viviendas protegidas, que emigren a Móstoles o a Marruecos) y cambiar la ley antiblanqueo de capitales. Esto no es una inversión, sino la instauración de un protectorado del multimillonario Adelson (dueño del grupo) en el corazón de España. A cambio de unos 200.000 empleos soñados (perdón, previstos) y la hilarante promesa de convertir a Madrid en el "centro de congresos del sur de Europa".

Menos mal que el Gobierno no ha picado y se niega a suscribir el entreguismo (bueno, el entusiasmo) de Aguirre. Recuerde la presidenta, que ya debería ser consciente del ridículo, el macroproyecto de juego en Los Monegros, que Aragón arrojó (con buen criterio) al cubo de los desperdicios. El proyecto Las Vegas Sands equivale a construir un universo autónomo e impermeable a la ley de ludópatas, matonismo de black jack y oscuridad fiscal. Surgiría otra autoridad dudosa, pero real, que ninguneará al Ayuntamiento y amedrentará a los ciudadanos.

Aguirre, con su fervor liberal a cuestas, podría haber propuesto el modelo de Stanford o Yale. Pero el suyo es Las Vegas, esa pesadilla asfixiante de neón y congresistas corruptos, perdida en las arenas de Nevada, resucitada por el gánster Benjamin Bugsy Siegel en 1945 a raíz de la construcción del casino Flamingo. Su plan equivale a transformar un Bedford Falls (con cacas de perro y procesiones) que es Madrid en un Pottersville. Como en la ucronía dantesca de ¡Qué bello es vivir! Dice Aguirre que con el apoyo al proyecto "no vamos a renunciar a uno solo de nuestros principios". ¿Se refiere a la ley de la gravedad o al principio de exclusión de Pauli en las partículas subatómicas?

El Acento. del periódico El Pais.