27/11/10

HACE TIEMPO...







Viernes 9 de noviembre de 2007. Son las nueve y cincuentayuno de la noche, acabo de cenar algo y ahora, me dispongo a compartir mis pensamientos con esta cálida y acogedora soledad de principios de otoño.

Hará como una hora que hice un zazen ligero, de unos veinticinco minutos, como los que acostumbro a hacer en casa y ahora, con el estómago lleno y disfrutando de un cigarrillo, reflexiono en una de mis particulares retrospectivas y caigo en la cuenta de la maravillosa alquimia interior de esta práctica lenta pero constante. Tomo consciencia de la profundidad que adquiere mi vida, mis emociones, mi visión de lo que me rodea. Una profundidad callada, pausada, dulce. Poco a poco y casi sin darme cuenta, el dolor de rodillas que tanto respeto me imponía al principio, que tanto me asustaba, se va transformando, se va distanciando de no sé que parte de mi. Igual sucede con mi mente, mis reacciones, mis automatismos. En realidad todo sigue igual, emociones contradictorias, tensiones, amor, odio... pero, en alguna medida esto ya me afecta menos. Se podría decir que es la misma realidad desde otro punto de vista, desde otra mirada. Parece como si después de haber estado un largo tiempo ausente hubiese vuelto a habitar mi corazón. Creo que estoy renaciendo, aquí en esta casa que habito solo desde hace casi dos años, con mi soledad de otoño y con mi cigarrillo.

Me sigo preguntando interiormente sobre el sentido de todo. Un coche fuera y su sonido se une al cacarear constante del mundo. el trabajo durante el día, la deliciosa noche de ayer... Me sigo preguntando sobre la mirada de quien está frente a mi, compañeros de trabajo, mi familia, sus ojos cargados de vida, derramando pequeñas historias sin palabras. Sigo amando en soledad, con la tranquilidad que da amar sin querer devorar, conquistar, seducir. Simplemente dejo que la vida me regale alegrias y tristezas, risas y llantos que yo, espero impaciente con el pecho abierto.

¡Qué bendita tranquilidad! Qué liberación dejar que cada cosa sea como es. Me sigo preguntando por el sentido de todo, pero hoy no me importa que esta pregunta acuda una y otra vez a mi mente, ya no me desquicia que mi programa emocional cambie los colores de mi arcoiris. Me reconforta saber que todo "es" más allá de mi control. Cada vez me importa menos el picoteo en mi mente, en realidad, ni me importa ni me deja de importar, es solo que de alguna forma siento que el sentido "es" por si solo, independientemente de que mi compresión lo quiera atrapar o no. Y pienso ¡Uf, que descando! da igual que lo entienda o no, todo es tal cual y eso es lo importante. Es una bendita liberación no sentirme responsable, no sentirme controlador de nada. Solo dejarme caer tranquilamente en esta dulce soledad de otoño. Sentir que más allá de mi mismo todo ocurre, todo surje, es maravilloso entregarse a esta liberación. Sean acertadas o no, es una bendición estar aquí escribiendo estas palabras que vienen por si solas de no se sabe donde. Y ahora, cuando termine, simplemente me recostaré en mi cama, leeré un poco y moriré ahí mismo, como lo hizo el día hace ya algunas horas.

José Luis, hace ya tiempo...

JORNADAS DE ZAZEN